Una maleta llena de esperanza
La historia de Liliana y su hijo Andrés Felipe, participantes del proyecto “Cuidados para la paz, somos para la vida”
“Cuando salimos de Mesetas nos tocó como el animalito del cuento, empacar de afán, nos hicieron desbaratar todo, dejarlo todo…” - Liliana García
Es un día especial en la vereda La Quebradita, Vereda Dinamarca, en jurisdicción del municipio de Acacías, Meta Hace buen sol después de un pequeño chubasco, así que el grupo con el que viajamos ha tenido que esquivar la lluvia, y ahora, soportar el inclemente calor.
Cuando llegamos nos encontramos con Liliana García, madre de Andrés Felipe, juega un niño de 4 años: él, lleno de entusiasmo; mientras que ella, estaba un poco tímida. En medio de la actividad, entre saltos, cantos, burbujas de jabón, granos de café y recuerdos, Andrés deja el juguete - “me gusta porque es azul” y mira a su mamá de reojo con cierta picardía. Liliana entre tanto, cuenta que el nombre de su hijo, Andrés Felipe, le gustó “desde el primer momento que lo escuché”.
Al hablar sobre su origen, Liliana se pone nostálgica. Recuerda que nació en San Juan de Arama, denle el Meta, en el centro poblado de Peñas Blancas; mientras que Andrés Felipe nació en el municipio de Granada del mismo departamento Su conexión con los llanos orientales colombianos es evidente, tanto en su forma de evocar aquellos lugares, como al hablar de los símbolos y recuerdos que trae consigo.
Nuestra conversación cambia y empezamos a leer el cuento llamado La Maleta, de Chris Naylor Ballesteros. En este se relata la travesía de uno de los personajes por mares y montañas, tras haber sido expulsado de algún lugar, intentando encontrar un sitio para empezar, siempre, aferrado a una maleta.
Mientras vemos juntos las ilustraciones y leemos los diálogos de la historia, a Liliana y Andrés les llama la atención unas imágenes del cuento, y a partir de allí empezamos a conversar sobre la exclusión que deben enfrentar aquellos que tienen que huir e intentan aferrarse a los más preciado que deja la vida. A veces en forma de recuerdos o experiencias únicas, otras en forma de objetos poderosos, no por su valor material, sino por lo que representan.
Liliana y su hijo tuvieron que huir hace algunos meses del municipio de Mesetas, Entre amenazas y el dolor de dejarlo todo atrás, Liliana cuenta que extraña mucho el clima: el antiguo Espacio territorial de Mariana Páez estaba en zona fría y cerca al río; ahora, en Acacías, deben aprender a vivir entre el calor y unos pequeños animalitos que producen piquiñas y salpullidos. “Tengo una chaqueta bonita que usaba en Mesetas que está guardada, ya no me la puedo colocar”, dice Andrés Felipe. En Mesetas “tenía un espacio para cultivar”-dice Liliana, pero donde ahora viven, no ha podido retomar este trabajo.
Liliana mira nuevamente el cuento y sus imágenes, se le nota tristeza y añoranza en sus ojos: “Cuando salimos de Mesetas nos tocó como el animalito del cuento, empacar de afán, nos hicieron desbaratar todo, dejarlo todo”.
Cuando le preguntamos por algo que, a pesar de la prisa, pudo traer porque representa algo muy valioso, Liliana habla de unos cajones “para guardar cosas y hasta una mesita, a la que le tengo aprecio”. Ella cuenta que muchas personas le decían- ¿para qué lleva eso?, no lleve nada- y se ríe pensando que pudo haber traído cosas más útiles. Pero reconoce que empacó algunos otros utensilios que, entre risas cómplices con Andrés Felipe, no le han servido.
Los cambios traen cosas positivas, pero también, reafirman la necesidad de mantener vivos los vínculos, lazos con personas, lugares y objetos. Liliana recuerda entonces que en Mesetas dejó una gran amiga- “pasa como en el cuento…uno conoce gente, pero extraña a las personas con las que se compartió”, refiriéndose a Natalia*.
Liliana y Andrés Felipe reciben una maleta de madera, similar a la del cuento. La empiezan a decorar y Liliana se percata que dentro de esta hay una hoja con un encabezado escrito a mano y con unas líneas en blanco para que ella y Andrés Felipe continúen contando su historia cada día
Luego, pasamos a hablar sobre sobre el cuidado y cuidar, y al respecto, Liliana menciona: “De mi hijo destaco su inclinación a ayudar a los demás, ve a alguien en la calle y quiere ayudarlo” - expresa. Cree que, si tuviera que hablar en clave de cuidado, resaltaría que los más importante es aprender a cuidar a otros. “Creo que eso es lo que mejor le he inculcado a él, ayudar a otros”, dice complacida Liliana y recalca que es lo que ha aprendido en el último año, a través del proyecto “Cuidados para la paz-Somos para la vida”, liderado por UNICEF y ONU Mujeres, financiado por el Fondo Multidonante para la Paz e implementado por los socios implementadores LIMPAL y Juntos Construyendo Futuro
Andrés Felipe se esmera por iniciar la decoración de La Maleta y Liliana guarda la carta dentro: “se la puedo leer cuando él esté más grandecito”, agrega.
Sobre el proyecto “Cuidados para la paz, somos para la vida”
El proyecto “Cuidados para la Paz, somos para la vida”, ha permitido el desarrollo de diversas experiencias alrededor del cuidado de la primera infancia en niños y niñas cuyas familias y padres se encuentran en proceso de reincorporación, haciendo énfasis en el disfrute y participación de diversos entornos en los que se desarrollan sus vidas.
En este ejercicio, coincidimos tristemente con dinámicas de desplazamiento forzado de las comunidades de dos Antiguos Espacios de Capacitación y Reincorporación, el ETCR Mariana Páez, que se desplazó del municipio de Mesetas a Acacías, y el ETCR Georgina Ortiz, desplazado del municipio de Vistahermosa a Granada. En ambos casos, los desplazamientos se dieron por razones del conflicto armado y sucedieron dentro del mismo departamento, el Meta.
En este contexto, se determinó elaborar dos historias de vida, una por cada uno de estos ETCR, diseñando una estrategia que permitiera vivenciar un encuentro junto con una mujer cuidadora en proceso de reincorporación y su hijo o hija menor de seis años, usando como herramienta movilizadora, el cuento La Maleta del autor Chris Naylor Ballesteros.