Los adolescentes de Honduras sufren violencia y acoso en las escuelas

La mitad de los adolescentes del mundo son víctimas de la violencia entre compañeros en las escuelas. Para ellos, la escuela ha dejado de ser un espacio seguro para aprender

by Adriana Zehbrauskas and Olga Chambers
UNICEF/UN0231995/Zehbrauskas
UNICEF/UN0231995/Zehbrauskas
18 Septiembre 2018

La escuela es, probablemente, una de las instituciones más influyentes en la vida de los niños, solo después de la familia y el hogar. En el mejor de los casos, las escuelas son lugares seguros e inspiradores donde los niños adquieren los conocimientos y las destrezas que necesitan para salir adelante cuando son adultos. Además, es el lugar en el que los niños cultivan amistades y forman grupos de compañeros: dos pasos fundamentales hacia la socialización en la edad adulta. Cada niño debería tener derecho a ir a la escuela y aprender en un entorno seguro; sin embargo, para muchos jóvenes de todo el mundo, la escuela es peligrosa. Alrededor de 150 millones de estudiantes de entre 13 y 15 años han sufrido violencia entre compañeros.

(Arriba) En la ciudad de Puerto Cortés, Honduras, Geraldine, de 16 años, ha sufrido acoso repetidamente en la escuela. “He sufrido acoso físico. Me cambié de escuela, pero siguió ocurriendo”, explica. “Me pegaban fuerte en la cara. Nadie decía ‘lo siento’. Me deprimí y comencé a hacerme cortes”, añade. “Pensaba que en las escuelas te apoyaban, no te destruían”.

 

UNICEF/UN0232466/Zehbrauskas
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Jairo (a la derecha), de 13 años, abraza a su hermano Marvin, de siete, en el municipio de Choloma. Jairo también sufre acoso en la escuela. “Me pegan en la espalda. Me ponen la pierna para que tropiece y me caiga. Me pasa desde primer curso”, asegura. “Lo único que hago es tragarme el dolor. Siento un agujero en el corazón”.

En todo el mundo, más de uno de cada tres estudiantes de entre 13 y 15 años sufren acoso, y la misma proporción participa en peleas físicas.

 

UNICEF/UN0232831/Zehbrauska
UNICEF/UN0232831/Zehbrauska

En el municipio de Villanueva, Víctor Fernando, de 17 años, mira un espejo de su casa. Víctor sufrió acoso por su orientación sexual. “Me siento solo, débil y vulnerable”, asegura. “Ellos [los acosadores] han intentado pegarme. Me provocan, pero yo no hago nada. Mis notas… bajaron y perdí un año de escuela”, añade.

La violencia en las escuelas entorpece considerablemente la asistencia de los estudiantes, contribuye a la baja en los resultados académicos e incrementa las tasas de abandono escolar.

 

UNICEF/UN0231740/Zehbrauskas
UNICEF/UN0231740/Zehbrauskas

Los niños con discapacidad también tienen más posibilidades de convertirse en víctimas de acoso. En Puerto Cortés, José Ángel (a la derecha), de 14 años, es autista y ha sufrido acoso desde los primeros años de escuela. Sus compañeros de clase le robaban sus pertenencias y se burlaban de él. Aunque ahora va a una escuela privada, José Ángel se sigue sintiendo marginado y lleva meses negándose a ir a clase.

 

UNICEF/UN0231997/Zehbrauskas
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Emely, de 19 años, también de Puerto Cortés, sufrió acosos hasta el día de su graduación. Nació con VIH y la acosaban porque tanto ella como sus padres padecían la enfermedad.

“Los niños me tiraban del pelo y me decían que era huérfana porque tenía SIDA”, cuenta Emely. “Cuando tenía 13 años, escribieron en el baño: ‘Emmy Nicolle Dubon tiene SIDA, no sean sus amigos’”.

 

UNICEF/UN0231774/Zehbrauskas
UNICEF/UN0231774/Zehbrauskas

En El Progreso, Ángel, de 10 años, está sentado en una ventana de su escuela. Ha sido víctima de acoso físico y psicológico. “[Yo]… no le he hecho nada a él [el acosador], pero él no deja de acosarme”, asegura Ángel. “Aunque yo luego también le pego. Lo único que quiero es que me deje en paz”.

El acoso y las peleas físicas son solo dos de los muchos tipos de violencia a los que se enfrentan los niños en las escuelas.

 

UNICEF/UN0231746/Zehbrauskas
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Los estudiantes también son víctimas de otras formas de acoso, como ataques sexuales y violencia por razón de género. [NOMBRES CAMBIADOS] Las amigas Nicolle, de 13 años, y Concepción, de 14, de El Progreso, son víctimas de acoso por parte de un compañero de escuela de 15 años que forma parte de una red delictiva que explota a mujeres jóvenes con fines de prostitución. “Y lo peor”, dicen las adolescentes, “es que cambiar de escuela no sirve de nada. Está [la red] en todas las escuelas”.

 

UNICEF/UN0231757/Zehbrauskas
UNICEF/UN0231757/Zehbrauskas

Carlos, de 15 años, de El Progreso, solía pelearse con otros niños. Lo cambiaron al turno de tarde de su escuela para darle una segunda oportunidad. Esta vez, es él quien sufre acoso por parte de compañeros mayores. Le pegan palizas al menos una vez a la semana, pero él no las devuelve. “No quiero volver al estado de rabia en el que me encontraba antes”, asegura. “Ahora solo quiero rendir bien en la escuela”.

 

 

UNICEF/UN0232618/Zehbrauskas
UNICEF/UN0232618/Zehbrauskas

En Villanueva, Elsa [NOMBRE CAMBIADO], de 16 años, sufrió hostigamiento sexual por parte de su profesor de matemáticas, que le cambiaba las notas de las tareas escolares y la amenazaba con suspenderla. “Me dijo: ‘si quieres aprobar mi asignatura, tendrás que tener sexo conmigo o mandarme fotos de tu cuerpo’”, asegura Elsa. Su decisión fue cambiar de escuela. “He perdido todo el interés en las matemáticas”, afirma.

Los profesores desempeñan un papel fundamental para reducir la violencia. Sin embargo, personas que ostentan cargos de autoridad suelen ser, con demasiada frecuencia, el origen de esos entornos de aprendizaje hostiles.

 

 

UNICEF/UN0232470/Zehbrauskas
UNICEF/UN0232470/Zehbrauskas

Los estudiantes también se enfrentan a diario al castigo corporal y a otras formas degradantes de disciplina. En Choloma, Yester, de 16 años, abandonó la escuela cuando tenía 13. “Él [su profesor]… me revisaba el cuaderno y, si no había hecho la tarea, me retorcía la oreja hasta que me caía de rodillas”, explica. En la actualidad, Yester se pasa el día en casa. “No consigue trabajo y es demasiado peligroso que esté en la calle”, asegura su abuela.

 

UNICEF/UN0232616/Zehbrauskas
UNICEF/UN0232616/Zehbrauskas

La violencia en las escuelas pone en peligro cuerpos, mentes y vidas. El acoso, el abuso sexual y el miedo diario que algunos niños sufren en la escuela de forma incesante puede ocasionarles depresión y ansiedad y llevarles al suicidio. En Villanueva, Darwin, de 16 años, está sentado en una clase. Su compañero Henry se suicidó en 2016 tras ser víctima de acoso. “No he podido superarlo”, afirma Darwin.

Aunque la violencia contra los niños en las escuelas es común, nunca es aceptable. Ni en la escuela, ni en ningún otro sitio.

Más información sobre cómo acabar con la violencia en las escuelas. #ENDViolence.