Adaptar los colegios ante el cambio climático: acciones para que la educación no se detenga.
Día de la Tierra 2024
El constante aumento de las temperaturas en el planeta por cuenta de la variabilidad climática reitera la necesidad de tomar medidas urgentes que garanticen que las niñas, niños y adolescentes puedan disfrutar del derecho a la educación en ambientes confortables, seguros y sostenibles. En el Día de la Tierra conoce la historia de estudiantes de la Institución Educativa Bazán, en el Pacífico nariñense, y las estrategias de planificación y preparación ante las situaciones de crisis que se implementan desde UNICEF para garantizar que la educación no se detenga por los rigores del clima.
“Nos estábamos asando, hacía tanto calor que nos teníamos que salir del salón, pero ahora ya podemos salir, tomar agua y regresar a clases más frescos”
A una hora en lancha del municipio El Charco, Nariño, queda la Isla Bazán, un territorio de 1.200 habitantes ubicado en el occidente del país sobre la Costa Pacífica. Bajo temperaturas promedio de 35 grados centígrados, estudiantes y profesores de la Institución Educativa Bazán buscaban una solución urgente al intenso calor que no les daba respiro para terminar sus jornadas de aprendizaje.
Ella es uno de los 423 estudiantes de la institución educativa en donde UNICEF, OCHA, PNUD con el apoyo de ECHO implementan acciones para hacer frente a la variabilidad climática con una misión fundamental: que la educación no pare y que la infancia acceda a este derecho en condiciones cómodas y dignas. A través de la formación de los docentes en educación resiliente ante emergencias, la instalación de puntos de agua para beber, el mejoramiento de las baterías sanitarias y la adecuación de la infraestructura del colegio; los niños y adolescentes cuentan con condiciones óptimas para el aprendizaje y están disfrutando de su derecho a la educación en ambientes seguros, resilientes y saludables.
A Daily le gustan las matemáticas y cuando grande quiere ser ciclista. Pertenece al comité del agua, un grupo del que hacen parte varios niños, niñas y adolescentes del colegio que se encargan de enseñar a sus compañeros a cuidar el agua y la importancia de lavarse las manos.
“Ahora me gusta venir al colegio a aprender porque hay agua, no hay que buscar balde para bajar los inodoros, solo tenemos que presionar el botoncito"
Con ella coincide María José Alzamora de 13 años quien agradece que ahora puede ir a estudiar con más comodidad.
“El calentamiento global está afectando mucho por esta zona. Antes los estudiantes se iban a sus casas a tomar agua y no regresaban, entonces perdían clases y eso puede afectar mucho su futuro. Ahora ya tenemos agua potable, no tenemos que irnos y podemos concentrarnos más en las clases y enfocarnos en nuestro estudio”
Marlén Hurtado es profesora de informática, matemática y artística. Ella explica que el fuerte calor impedía que las niñas, niños y adolescentes participaran en las jornadas completas de clase porque después de las 12 del mediodía no resistían el calor y se iban. “Teníamos un techo muy bajo con láminas de zinc, no había ventanas. Gracias a UNICEF, OCHA y PNUD, con el apoyo de Alianza Por la Solidaridad y recursos de ECHO, se hicieron cambios en el techo y tenemos puntos para tomar agua potable. Esto nos ha ayudado a disminuir la sensación térmica, ya los niños permanecen en las aulas y por lo tanto se reducen los riesgos a los que exponían los niños al salir del colegio”, afirma la profesora al tener en cuenta la posibilidad de sufrir violencias basadas en género, accidentes en el entorno y otros tipos de violencia.
“No hay nada mejor que la educación. Sabemos que un niño educado va a tener un futuro diferente y vamos a tener una mejor sociedad”, afirma la profe Marlén, quien sueña tener una infraestructura con aulas seguras donde los niños y niñas puedan disfrutar de un espacio para jugar y de una huerta.
Ella y los demás profesores de la institución educativa fueron formados en educación resiliente con lo que se busca fortalecer sus capacidades, mitigar los riesgos a los que están expuestos y con ello, crear entornos más seguros para la población estudiantil. “Nuestra comunidad es muy vulnerable a desastres y posibles desplazamientos, pero si estamos preparados para atender una emergencia es más fácil abordar los problemas y mitigar el riesgo. Con la aplicación de estas medidas anticipatorias aprendimos a identificar qué es un riesgo y cómo podemos afrontarlo. Sabemos que esto nos va a servir para que los niños y niñas se queden en la escuela, haya menos deserción escolar y estén muy motivados”, afirma José Eliecer Castillo, coordinador de la escuela.
Las niñas ahora tienen cómo gestionar mejor su higiene menstrual
“Ahora que cambiaron el techo, el calor ha bajado un poco. Tenemos agua para tomar, podemos usar los lavamanos y bajar los inodoros. También tenemos un termómetro para medir la temperatura y cuando hace mucho calor salimos al patio”
Para las niñas, la falta de acceso a agua, saneamiento e higiene dificultaba la gestión de su salud menstrual. Anteriormente, tenían que sacar agua de la pila para lavarse las manos, usar baldes para bajar los sanitarios y los baños no tenían cierres que garantizaran su seguridad. Por ello, pedían permiso para ir al baño y ante la posibilidad de verse manchadas se iban a sus casas. Por esta razón, la deserción escolar era mayor para ellas con un 55.41% y con ello se afectaba su aprendizaje y se incrementaba su existente vulnerabilidad.
Sharol Natalia Sánchez Mina tiene 12 años, está en sexto grado y su sueño es ser doctora. Ella es una de las niñas que, gracias a la intervención, cuenta con más facilidades para el manejo de su higiene.
La estrategia de acción anticipatoria incluyó un ejercicio de recolección de información que permitió determinar que entre las principales causas de ausencia escolar estaban los malestares físicos por las altas temperaturas, aumento de la humedad, ausencia de ventilación, falta de agua y proliferación de vectores. Por esta razón, entre el estudiantado eran recurrentes los dolores de cabeza, malestares estomacales y fiebres. Con la intervención se busca garantizar el acceso digno a servicios de agua, saneamiento e higiene, así como el manejo de herramientas para planificar y mitigar de manera apropiada los impactos de la variabilidad climática.
“Gracias al uso del termómetro nos dimos cuenta de que no trabajábamos en condiciones normales, cuando llegó el termómetro todos nos involucramos en la medición de la temperatura y estábamos pendientes. Además, el plan es que a futuro podamos disfrutar de ventiladores en cada salón y de unos puntos de agua de rocío, que es como una llovizna que se va a disparar cuando se alcance cierta temperatura y que nos va a ayudar a refrescarnos. Por lo tanto, vamos a tener mejores condiciones para el aprendizaje”, señala la profe Marlén ante la expectativa de las acciones que UNICEF y sus aliados implementaran en la institución educativa en el corto plazo.
“Cuando nosotros estudiamos tenemos oportunidad de salir adelante y tener una vida mejor, cuando yo sea grande quiero ser una médica forense”.