Migración
A donde sea que vaya un niño, niña o adolescente, viaja con sus derechos
Desafío
En los últimos años en Colombia, la cifra de niños, niñas y adolescentes en situación de movilidad – ya sea migrantes en tránsito, refugiados, solicitantes de asilo, retornados o desplazados internos- ha aumentado. El Panorama de Necesidades Humanitarias de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) prevé que para el 2023 en Colombia habrá 5.5 millones de personas en necesidad que son migrantes (sin tener en cuenta las comunidades de acogida) y 578.600 personas desplazadas internamente.
En algunos casos, ellas y ellos desean hacer de Colombia su nuevo hogar y en otros solo están de paso hacia nuevos destinos. Algunos salieron de sus hogares debido a conflictos, violencia y/o pobreza, y ven en la migración una oportunidad de desarrollo para tener una vida mejor y más segura, lo hicieron solos o con sus familias, otros, incluso, perdieron a sus familiares durante la ruta migratoria.
Según Migración Colombia, a febrero de 2022 el país albergaba a casi 2,5 millones de migrantes venezolanos. Asimismo, había en el país más de 339 mil desplazados internos a finales del 2022, de acuerdo con el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés).
En Colombia, hay varios puntos de ingreso y rutas de tránsito de personas migrantes, incluyendo Cúcuta, Arauca, La Guajira, en la frontera con Venezuela; Nariño, en la frontera con Ecuador; y Antioquia y Chocó, en la frontera con Panamá.
Durante su proceso migratorio, los niños, niñas y adolescentes se enfrentan a graves peligros que ponen en riesgo su vida y su integridad, y afectan su desarrollo y bienestar: discriminación, rezago en sus aprendizajes, violencia, malnutrición, pobreza, falta de acceso a atención en salud de calidad, matrimonios infantiles y uniones tempranas, trata y explotación sexual, entre otros. Los anteriores problemas afectan profundamente la garantía de sus derechos, así como sus oportunidades para desarrollar su máximo potencial. La vulnerabilidad aumenta cuando los niños y niñas viajan sin la compañía de sus padres o de un adulto responsable de su cuidado y protección.
El primer desafío es facilitar −a través de acciones directas y de incidencia, coordinadas con las instituciones responsables de garantizar los derechos de la niñez−, el acceso a servicios. Este es un reto también para las instituciones estatales de acuerdo con las capacidades institucionales que varían según regiones y municipios. Desde UNICEF apoyamos el fortalecimiento de la capacidad de esta respuesta del Estado a la niñez migrante para mejorar la eficiencia y oportunidad en la identificación de riesgos, activación y acceso efectivo a las rutas y servicios que garantizarán todos sus derechos. Asimismo, UNICEF quiere identificar, generar evidencia y transformar los estereotipos, creencias compartidas y normas sociales que afectan la oferta de servicios del Estado.
El segundo desafío es promover que las comunidades de acogida sean un entorno protector para la población en movilidad donde se respeten y garanticen sus derechos. Para UNICEF es importante que los adultos y los niños y niñas de las comunidades de acogida protejan a todos sus pares sin importar su origen ni lugar de nacimiento y que además tengan en cuenta su inclusión y respeto. Trabajamos para crezcan en un entorno sin discriminación, ni xenofobia.
También es importante atender oportunamente a la niñez migrante no acompañada: aquellos que viajan solos, sin sus padres ni otros familiares cercanos y quienes no están al cuidado de adultos responsables de su protección. De acuerdo con información del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el número de casos de niñas, niños y adolescentes venezolanos en Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos (PARD) pasó de 47 ingresos en 2015 a 3.643 al 31 de diciembre de 2021 y de ellos hay 246 casos de niñez no acompañada. UNICEF asiste y apoya técnicamente al ICBF para que la niñez no acompañada esté protegida, sea correcta y activamente identificada y acceda a mecanismos de protección, a partir de la prevalencia de sus derechos y de la determinación de su interés superior, entre ellos, la reunificación con su familia.
Los niños y niñas migrantes viajan con sus derechos. Trabajamos para que estos se garanticen, incluyendo el acceso a la educación. Según cifras presentadas por el Ministerio de Educación en el Foro Regional Educación más allá de las fronteras, la cantidad de niñas, niños y adolescentes migrantes y refugiados en el sistema educativo colombiano creció más de 16 veces entre 2018 y 2023. En el 2018, el sistema educativo acogía 34.030 estudiantes provenientes de Venezuela y, en abril del 2023, ya eran 590.489. Adicionalmente, 61.959 niñas y niños migrantes menores de cinco años se encuentran vinculados a las diferentes ofertas para la primera infancia en el país. La mayoría de estos niñas, niños y adolescentes asisten a espacios para el aprendizaje oficiales, con los mismos beneficios que los estudiantes colombianos, reiterando el compromiso del Estado para garantizar el derecho a una educación sin barreras desde la primera infancia.
Sin embargo, se estima que al menos 135.000 niños y niñas provenientes de Venezuela están aún fuera de las aulas. Es importante garantizar que todos puedan acceder a la educación que permite su desarrollo integral. De no completar sus trayectorias educativas, se agudizará su condición de vulnerabilidad, se perpetuarán ciclos de pobreza y aumentará su exposición a todo tipo de violencias. La escuela es el escenario ideal para abordar riesgos de protección, prevenir violencias, combatir la xenofobia y proyectarles como protagonistas de la integración.
Promover la buena salud y nutrición de las mujeres gestantes, niñas y niños en situación de movilidad, es tarea conjunta de las instituciones y del Estado. La experiencia de migración conlleva diversos desafíos para la salud física y mental, las cuales se complejizan por las barreras en el acceso a los servicios de salud, esto hace especialmente vulnerable a la niñez migrante a situaciones de malnutrición, enfermedades prevenibles y situaciones que comprometen su bienestar y salud mental. Por ello, desde UNICEF apoyamos al Estado y al sistema de salud para garantizar el derecho a la salud con una respuesta pertinente, sin barreras de ningún tipo, acorde con el curso de vida de la niñez y culturalmente sensible para atender las necesidades en salud y desarrollo de las niñas, niños y adolescentes.
Todos los niños y niñas tienen los mismos derechos, no importa su lugar de origen o donde viven. Ayúdanos a brindarles espacios seguros y libres de discriminación.Solución
Para UNICEF, todos los niños, niñas y adolescentes deben recibir un trato digno y respetuoso, sin importar cual sea su origen o la razón por la que decidieron migrar. Cuando los niños viajan, sus derechos viajan con ellas y ellos. Por ello, es importante trabajar con la niñez migrante, comunidades de acogida y sus familias para favorecer entornos protectores para los niños y niñas que desean vivir en Colombia, así como con aquellos que han tenido que viajar solos o los que están en tránsito hacia otros países.
Lo anterior se basa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus familiares, entre otras. Bajo estos fundamentos, todos los niños, niñas y adolescentes en contextos de migración gozan de la protección plena y efectiva de sus derechos, tanto en sus países de origen como en los de tránsito y destino.
Apoyamos al Estado colombiano en promover la continuidad de la garantía de los derechos de la niñez migrante. Por ello, trabajamos por el fortalecimiento de las instituciones que intervienen en la garantía de los derechos de la niñez para que cuenten con los mejores programas para su protección y movilicen recursos para una respuesta efectiva. Trabajamos con el ICBF, Migración Colombia, Procuraduría, Defensoría del Pueblo, Cancillería, Ministerio de Salud, de Educación y Registraduría. Esto incluye a las oficinas regionales y municipales de cada institución, así como con gobernaciones y alcaldías.
Asimismo, trabajamos con funcionarios, funcionarias, líderes y lideresas, así como con comunidades de acogida, para promover la transformación de creencias, estereotipos y actitudes negativas hacia la migración. De esta forma, contribuimos al fortalecimiento de los servicios, promovemos la demanda de más y mejores servicios y fortalecemos el acceso a información local. Con las comunidades de acogida también buscamos promover actitudes que velen por el respeto de los derechos de las familias y la niñez migrante y contribuyan a facilitar su proceso de integración.
Desde UNICEF queremos demostrar que la niñez y la adolescencia tienen un rol fundamental para el desarrollo de las comunidades. Conocemos y hemos apoyado ejemplos claros de buenas prácticas comunitarias de protección, a partir de la integración entre niños y niñas, migrantes y de las comunidades de acogida. Sus intereses, conocimientos y habilidades enriquecen nuestras prácticas culturales. Sin la garantía de sus derechos no podemos hablar de la migración como un factor de desarrollo.
Con relación a educación, apoyamos al Ministerio de Educación Nacional, el ICBF, Migración Colombia así como a los gobiernos locales en garantizar mecanismos para promover la reactivación de las trayectorias educativas de las niñas, niños y adolescentes migrantes. Lo anterior, se ve reflejado en acciones para la implementación de búsqueda activa y gestión de cupos escolares, flexibilización curricular de los espacios para el aprendizaje, acciones para la recuperación de aprendizajes y garantía de inclusión social de las niñas y niños a través de la implementación del Estatuto Temporal de Protección a Venezolanos en entornos educativos.